TUNGSTENO

En el mercado de cómic nacional (y me refiero a lo que se publica aquí en papel), encontrar un cómic que sorprenda no es tarea fácil. Ya no digo que sea malo o bueno; me refiero realmente a que sorprenda, a que te haga exclamar: “!Jo, qué cabrón!” y “¡Cómo ha hecho esto!”.

Hablo del autor, claro, el brasileño Marcello Quintanilha, que hasta ahora había permanecido inédito en nuestro país como autor de novela gráfica pese a hacer gala de una carrera más que sólida. Ha sido La Cúpula la encargada de publicar ahora su obra más reciente, Tungsteno, un tebeo frenético que estira los límites del ritmo narrativo del cómic hasta el límite. Tanto, que casi parece que estamos en el cine.

Quintanilha sitúa la acción en Salvador de Bahía, Brasil. Un viejo militar y un joven buscavidas charlan a la sombra de un árbol. Un policía se toma algo con los amigotes en el chiringuito de la playa. Un chica decide en el autobús que va a dejar a su novio. Parece que no pasa nada y, de repente, se oye una pequeña explosión. Un par de jóvenes están pescando con dinamita en una orilla apartada. Se forma entonces una pequeña trifulca en la playa, bajo la atenta mirada de los curiosos. Y la cosa se les va a todos de las manos.

Es precisamente en ese breve lapso donde se cruzan las vidas de los tres protagonistas. Quintanilha teje una serie de flashbacks y narraciones paralelas que no sólo aceleran el ritmo de la historia, sino que nos hacen entrever que ahí hay algo más y que en cualquier momento la cosa va a estallar. También pintando un retrato espléndido de una serie de personajes en busca de algo mejor para sus vidas.

Tungsteno es, sin duda, uno de los cómics del año, y casi me atrevería a decir que una obra maestra. La pericia del autor desborda al lector, que tendrá la sensación de haber llegado tarde al cine y estar viendo ya la escena final. Todo sucede tan rápido y tan intensamente que sólo al al acabar uno se pregunta cómo puede conocer tan bien a esos personajes, como puede tener una imagen tan nítida del tipo de persona que son y de la vida que han llevado.

Quintanilha brilla en todos los aspectos; el argumento, el guión y el dibujo, espléndido, por cierto (sólo hay que ver la portada). Todo fluye, y lo hace a un ritmo muy personal, que parece mezclar muchas influencias, desde la tradición sudamericana hasta el manga, pasando por Tarantino.

Cuando lleguéis a la última página de Tungsteno, pensaréis “¿Ya está?”, y querréis más. Pero en realidad estaréis agotados y no podréis más.

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